Durante el curso que imparto en Gretel de la Universidad Autónoma de Barcelona, Editar para niños: cómo se construye un catálogo, el último trabajo que les pido a los participantes es una entrevista con un editor. Bernardita Cruz eligió para preguntar a Verónica Uribe, corazón y alma de Ediciones Ekaré, editorial a la que acompañamos desde aquí con mucho cariño y admiración. Por eso no pude resistir pedirles autorización para compartir esta excelente charla con nuestros lectores. A Verónica la conocí en Chile en un ya lejano 1997, pero aquel año se inició una bonita amistad que todavía hoy se mantiene hoy. Mi admiración por su talante y buen hacer ha crecido a lo largo de los años, y su catálogo, ejemplar y siempre innovador, un estímulo para mi trabajo. Desde la sede de Ekaré Sur sigue una intensa tarea incorporando temas y asuntos chilenos. Según leía esta entrevista me parecía estar viéndola delante de mí y hablando conmigo, como siempre, con gran generosidad.
Por Bernardita Cruz
Todo
en Verónica Uribe habla de discreción: voz dulce, tono bajo, modo amable,
ademanes suaves. Aunque dice que las entrevistas la ponen nerviosa, responde
con agudeza cada pregunta y se nota que disfruta al recordar detalles del
nacimiento de Ekaré Sur, un sello que fundó en 2008 en Chile y que cuenta con
un joven pero premiado catálogo de libros para niños y jóvenes.
Pero
la historia comenzó mucho antes, en Caracas, ciudad donde vivió por cerca de 20
años. En 1978, bajo el alero del Banco del Libro de Venezuela, Verónica y
Carmen Diana Dearden fundaron Ekaré, un referente obligado de la literatura
infantil y juvenil latinoamericana, que acaba de recibir en la Feria de Bolonia
el prestigioso Premio BOP por su labor editorial.
Verónica
regresó a Santiago en 1994. La idea era seguir editando libros para Ekaré,
incorporando cada vez más a autores e ilustradores chilenos, y también
distribuir el catálogo del sello en Chile. Como nunca había estado involucrada
directamente en el área comercial, contactó a dos empresas para que hicieran
esa gestión. Pero no tuvo fortuna: en Chile todavía no existía una tradición de
libros para niños y los encargados de la distribución no supieron potenciar el
material.
Estaba
sola, sin distribuidor, cuando la llamaron del Ministerio de Educación. Habían
visto los libros de Ekaré en una librería y querían conocerlos. Fue, se los
mostró y le hicieron una primera gran compra. Sin haberlo buscado, y con el
nerviosismo propio de las cosas que se hacen por primera vez en la vida, realizó
todos los trámites y se convirtió en importadora. Era el año 2001.
Desde que volviste a Chile y hasta esa
fecha, ¿cómo continuaste con tu trabajo como editora?
Durante
todos esos años había hecho trabajos editoriales que me encargaban desde
Venezuela. Iba muchas veces, participaba muy activamente en la editorial y
presentaba proyectos que sentía podían
funcionar en el catálogo general. Hice algunas cosas interesantes, como La otra orilla de Marta Carrasco, Oda a la Bella Desnuda, una selección de
poesía de Pablo Neruda que preparamos con Ana Garralón, y La composición de Antonio Skármeta. Pero quería hacer más, me
sentía cada vez más alejada de Venezuela, más afincada en Chile. Me había
enamorado de Santiago, ¡no me había dado cuenta cuánto añoraba la ciudad!
El
trabajo editorial que hice en solitario fue una experiencia muy buena, pero me
hacían falta interlocutores, recuerda
Verónica. Además, Ekaré era cada vez más conocido en el mercado chileno y el
área comercial era muy demandante. Necesitaba ayuda. La encontró en Sara
Rodríguez, que llegó desde España a vivir en Chile, y en su hija, Claudia
Larraguibel, periodista de profesión y escritora, que se fue incorporando poco
a poco al trabajo.
El 2008, catorce años después de haber regresado a Chile, y tras asociarse con Claudia, Verónica fundó la editorial Ekaré Sur, que editaría sus propios libros y también distribuiría el catálogo general de Ekaré. Hoy, tienen oficina y librería en una atractiva esquina del Barrio Italia de Santiago, y cuentan con un pequeño pero reconocido catálogo de obras editadas en Chile, en su mayoría de autores e ilustradores nacionales.
Hemos
tenido a personas muy buenas trabajando con nosotros, que además de la labor
específica que realizan en la editorial, se incorporan al proceso de edición,
que yo siento que es el más creativo. No nos interesa tener profesionales con
un perfil inclinado solamente hacia lo comercial ya que el trabajo que hacemos es
de una índole diferente”, asegura Verónica. “Me parece que esa es, de alguna
manera, la esencia de estas pequeñas editoriales independientes; la distancia
que las separa de las grandes corporaciones que manejan el catálogo con un comercial
al frente. El espíritu de un proyecto editorial debería situarse más allá de
los números.
Pero los números son importantes para
poder subsistir...
Es
cierto. Y se puede fracasar, pero si de alguna manera se encuentra un nicho, es
posible sobrevivir.
¿Y Ekaré Sur encontró su nicho?
Nosotros
contábamos con una ventaja: teníamos un catálogo en el que sostenernos. Ekaré
Sur no podría haber existido si no hubiésemos sido distribuidores de Ekaré, que
ya se había dado a conocer y tenía prestigio en Chile. Así, pudimos comenzar editando
uno o dos títulos al año, porque teníamos 150 para distribuir. Cuando Ekaré
comenzó, tampoco habría podido sostener esta
política de hacer cuatro o cinco libros al año si no hubiese estado alojado en
el Banco del Libro, que nos ayudó a sobrevivir los primeros diez años.
¿Qué es lo que te mueve como editora?
Para
mí siempre ha sido muy importante hacer libros realmente destinados a los niños,
libros hechos amorosamente que cuenten una buena historia y, ojalá, sean
significativos para el lector que los elige. A menudo se cae en la tentación de
hacer libros pensando en la crítica o en la opinión de otros editores,
diseñadores o artistas. O en carencias propias de los adultos, y se termina
haciendo una especie de libro de autoayuda ilustrado. Es importante no dejarse
llevar por un afán literaturesco o por la exquisitez de un diseño cuando no hay
una historia que verdaderamente atrape al lector. Hay libros hermosos que dejan
indiferentes a los niños.
Cuando hablas de “libros realmente destinados
a los niños” inevitablemente surgen dos preguntas: ¿Quién decide lo que está o
no destinado a los niños, y quiénes
son los niños?
Bueno,
a la primera pregunta, se puede responder que la experiencia ayuda, y a la
segunda, lo que se ha dicho con frecuencia: que no se puede hablar de los niños en general porque cada lector
es único. En estos tiempos hay mucha elaboración académica en torno a la
literatura infantil y eso es muy bueno. Pero quiero decir algo simple: cuando
estamos decidiendo acerca de incorporar un libro al catálogo, los niños están
presentes, tal vez los niños que conocemos o los niños que fuimos.
¿Cuán lectora fuiste de niña y cómo
influyó esa experiencia en tu trabajo como editora?
Para
mí, la literatura fue un refugio. Me encantaba imaginarme en otros mundos, sumergirme
en otras gentes. Lo que llaman ahora placer
vicario. En todo caso, además de vivir las vidas ajenas, el libro me
permitía huir de la áspera realidad; allí, en los libros, se escondía un mundo
perfecto, ordenado, siempre bien dispuesto para cuando yo quisiera volver a él.
Porque un libro es un espacio seguro, donde hay personajes que no envejecen y una
historia que permanece; porque después del deslumbramiento de la primera lectura
regresas siempre a paisajes, personajes y situaciones conocidas.
Creo
que concebir a la literatura como refugio es lo que me satisface de mi trabajo:
poder darles a los niños, en este mundo caótico y exigente, y en la vorágine a
veces incontrolable de sus propias emociones, la posibilidad de entrar a un espacio
ficcional donde hay orden y coherencia. Aunque parezca tonto, también prefiero que
los libros tengan finales reconfortantes. No se trata de proteger a los niños
de un entorno muchas veces hostil o violento, sino justamente darles armas para
poder moverse en él con mayores seguridades.
Estuviste tras la creación de Ekaré y
luego fundaste Ekaré Sur. ¿Cuál es el sello que diferencia ambos proyectos?
No
sé si puedo establecer diferencias. Al regresar a Chile tenía el anhelo de
transmitir lo que había sido mi experiencia en Venezuela. Hacer acá lo que
aprendí a hacer allá. Pero incorporando temas, autores e ilustradores chilenos,
como pasa con La tortilla corredora, Duerme, niño, duerme o Al sur de la Alameda. También sentía que
tenía mayor libertad para experimentar con nuevos proyectos, como el
kamishibai, que probamos durante años y que gusta tanto.
¿Cómo es la relación de Ekaré Sur con sus autores e
ilustradores?
Nosotros
hacemos un trabajo editorial fuerte, de manera que un manuscrito que nos llega y
que es aceptado no es exactamente el mismo cuando el libro aparece impreso. En
eso hemos tenido suerte, porque los autores
en general están muy atentos a nuestras sugerencias y trabajan gustosamente desarrollando
y puliendo sus manuscritos, de forma que el trabajo ha sido fluido en ese
sentido. También el trabajo de ilustración crece con una dirección de arte
fuerte que tiene claridad acerca del resultado final que queremos.
¿Cómo es la relación con los otros
Ekaré?
Ekaré
Sur es legal y financieramente una sociedad completamente independiente, pero
compartimos proyectos con Ekaré Europa (que funciona en Barcelona desde 2002) y
Ekaré Caracas. Nos comunicamos de manera cotidiana y tratamos de reunirnos una
vez al año para compartir experiencias. Se ha dado lo que yo siempre quise que
pasara: que tal como Ekaré Sur desarrolla un catálogo autónomo, utilizando al
máximo el talento local, Barcelona y Caracas han hecho lo mismo. Funcionamos
como editoriales independientes pero hermanas.
Ekaré
Europa nos representa en las ferias internacionales, en la compra y venta de
derechos, y en los contratos internacionales de traducción y distribución. Van a
las ferias de Bolonia y de Guadalajara y llevan nuestros libros. Así, un título
chileno tiene la posibilidad de mostrarse a editores de muchos países y tener
una proyección que no habría tenido si permanece aquí.
“No conozco editores arrepentidos de
ser editores"

En
el catálogo de Ekaré Sur conviven títulos de información, poesía y narrativa.
Relatos basados en la tradición, historias refrescantes, apuestas. Algunos de
sus libros han recibido importantes distinciones, como Gato azul, Duerme, niño,
duerme, Ven a ver arte chileno o Tren de lectura. Pero hay un título en
particular que arrasó con los premios literarios en Chile y también recibió
numerosos reconocimientos internacionales: Al
sur de la Alameda.
¿Al
sur de la Alameda marcó un hito para Ekaré Sur?
Yo
soy muy mala para predecir éxitos. Siempre creo que van a ir muy bien libros
que después no venden nada y me dan grandes sorpresas los que se venden mucho. Al sur de la Alameda era una apuesta
completamente original en nuestro catálogo: una novela híbrida dirigida a
jóvenes que incorpora de manera muy potente la ilustración. Ha sido maravilloso recibir esa respuesta tan
entusiasta de tanta gente y ese montón de premios. Ahí está la influencia de
Lola y el equipo de gente joven que está en Ekaré Sur que se interesa por temas
juveniles y propuestas más audaces. Creo que esa línea es un camino incipiente
que seguirá desarrollándose. Y sí, marcó un hito en nuestra corta historia, un
hito temprano y gratificante.
¿Cómo ves el futuro de Ekaré Sur?
Una
pequeña editorial siempre trabaja con incertidumbres: ¿gustará este libro?,
¿cómo equilibraremos este año el presupuesto? Pero también con certezas: que el
trabajo concienzudo y exigente, que respeta los tiempos de creación, resulta muchas
veces en libros que se transforman en long
sellers. Esperamos poder seguir desarrollando proyectos originales que
enriquezcan nuestro catálogo.
Dentro
de poco va a salir una colección de libros para bebés ilustrados con obras de
arte, un cruce interesante.También estamos preparando un libro de ópera, otra apuesta.
¿Disfrutas siendo editora?
No
conozco editores arrepentidos de ser editores. Es una experiencia emocionante
tener en tus manos –como resultado de un trabajo intenso, largo y demandante,
en el que se involucran muchas personas–, un objeto hermoso, un libro. Creo que
ese fruto es tan, tan atractivo, que difícilmente uno puede querer,
voluntariamente, dejar este trabajo para dedicarse a otra cosa.
Más datos:
Página web de ediciones Ekaré
Algunas reseñas de ediciones Ekaré aparecidas en este blog:
Chamario, de Eugenio Montejo, con ils. de Arnal Ballester
Los Beatles, de Mick Manning & Brita Granström
El libro álbum en América Latina, apéndice de El libro álbum de Sophie van der Linden
Mar, de Ricardo Henriques y Andre Letria
Más datos:
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